Sobre narración oral e bibliotecas escolares

En 2018, e a petición de Pep Bruno, escribín un artigo arredor da narración oral e a súa presencia nas bibliotecas escolares de Galicia. O artigo foi publicado no número 8 da revista EL AEDO (decembro 2018), da Asociación de profesionais da narración oral en España e pode lerse completo aquí. Recupero a segunda parte do artigo na que, tras poñer en contexto a rede de bibliotecas escolares galegas, fago algunhas achegas sobre o papel e a situación da narración oral nestas bibliotecas.

Esas primeras bibliotecas activas y rompedoras, fueron dinamizadas al amor de la lumbre de dos cuestiones básicas, el deseo de incorporar al alumnado al mundo de la tradición oral en gallego y la necesidad de contar con textos orales y escritos de referencia para el trabajo en las aulas de lengua (gallega y española), pero también para las actividades relacionadas con la lectura y la escritura y para la creación de hábitos de lectura. Así, la narración oral, los textos de tradición oral, tuvieron una presencia potente desde el principio de la recuperación de las bibliotecas escolares en nuestra comunidad, vinculadas mayoritariamente a los objetivos de normalización lingüística, también desde la biblioteca.

Una de las actividades de fomento de la lectura presente en las bibliotecas escolares, desde que empiezan a despertar, es la narración oral. Asociada en un principio a las sesiones de cuentacuentos que las editoriales facilitaban como compensación por la adquisición de lotes de libros para la biblioteca, a medida que los presupuestos de las bibliotecas fueron ampliándose, las bibliotecas acogieron a narradores profesionales en ocasiones especiales como el Día de la Biblioteca, el Día del Libro o el Día das Letras Galegas. También el impulso de proyectos temáticos coordinados por la biblioteca escolar, con carácter transversal y en el que participa todo el centro y una planificación de actividades con carácter anual que incluye la mejora de habilidades de comunicación lingüística, entre ellas la escucha y la mejora de la expresión oral, ha llevado a las bibliotecas a incorporar la narración oral como una de sus prioridades.  Cuando los equipos docentes se organizan y pueden abrir las bibliotecas en horario extraescolar, la “hora del cuento” a cargo, en principio de profesores de la biblioteca o de madres y abuelas, es una de las propuestas más presentes. Poco a poco han ido incorporándose los abuelos, las madres y los padres, especialmente en la etapa de infantil (pero también de los primeros años de primaria), en las llamadas actividades de lectura compartida, que incluyen lectura expresiva y narración oral.

Pero el gran cambio de los últimos años ha sido la creación de grupos de alumnos y alumnas voluntarios o ayudantes de la biblioteca escolar, tanto en centros de primaria como de secundaria. El programa denominado “Bibliotecas Escolares Solidarias” incluye varias iniciativas a través de las que se invita a alumnado y familias a colaborar con la biblioteca a través de distintas actividades.

Al alumnado de 5º y 6º de primaria se le invita a participar como Voluntarios de lectura, participando como ayudantes de la biblioteca en un grupo organizado con formación, distribución de tareas y supervisión del profesorado del equipo de biblioteca. Entre las actividades posibles está la organización y realización de actividades de fomento de la lectura dentro y fuera del centro. Así se han ido creando grupos de alumnado voluntario que realizan actividades de lectura compartida y de narración de cuentos en el propio centro (a alumnado de niveles inferiores), o fuera del centro, en escuelas infantiles o centros de mayores del entorno más próximo. Estas actividades, que inicialmente tienen un carácter puntual, se van sistematizando poco a poco y existe un buen número de centros en los que el alumnado voluntario realiza la “hora del cuento” en los recreos para alumnado de otros cursos, con periodicidad semanal. Otra práctica muy común es el “acompañamiento lector” o apadrinamiento/amadrinamiento lector, que implica el que un alumno lee o cuenta a otro una historia o un libro seleccionado previamente. Estos grupos de voluntarios de lectura utilizan con mucha frecuencia el kamishibai para sus sesiones de narración, utilizando cuentos tradicionales o de autor, o creando sus propias historias. 

En secundaria, los grupos de alumnado voluntario de la biblioteca escolar que participan en este programa también incluyen frecuentemente, entre sus actividades, el acompañamiento lector o las lecturas compartidas, acudiendo a centros de primaria o a escuelas infantiles de su localidad, con cierta periodicidad o de forma puntual. De la misma forma que en primaria, se están empezando a ver experiencias de grupos de voluntarios de biblioteca que realizan visitas o crean vínculos de colaboración con centros de mayores de su entorno más próximo.

A través de este programa también se estimula la incorporación de “familias voluntarias” a la actividad de la biblioteca escolar y son cada vez más las bibliotecas que incluyen actividades de lectura compartida y “horas de cuento” en sus programaciones contando con familias que preparan sus sesiones de narración y lectura expresiva con sus propios hijos e hijas y acuden, de forma planificada, a la biblioteca en sesiones integradas de forma natural en el horario lectivo del centro.

La narración oral y la lectura expresiva, los cuentos y textos de tradición oral y los cuentos de autor, tienen un lugar de acogida en la biblioteca, en sus programaciones y contribuyen a la consecución de sus objetivos. Su presencia es fundamental a la hora de desarrollar en el alumnado habilidades de escucha, de atención y, especialmente, a la hora de vincular afectivamente al alumnado con la palabra; contribuye a despertar el amor por el lenguaje, ayudan a crear y consolidar el hábito de utilizar correctamente el lenguaje y la práctica de un uso correcto y ajustado a cada ocasión comunicativa.

Todos podemos y debemos contar. Cuentan los profesores y profesoras, cuentan los alumnos y las alumnas, los abuelos, los padres y las madres también cuentan, y la directora y el conserje y el personal de cocina… Todos tienen historias para contar y todos pueden aprender a contar historias y a seleccionar historias de la tradición literaria y de los creadores actuales. Y cuando a través de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos, de la administración local o de la biblioteca pública existe la posibilidad de que un profesional nos regale con una contada, cuando la biblioteca puede contratar una sesión de cuentos a alguno de los muchos profesionales de la narración oral de nuestro país, entonces hacemos fiesta y disfrutamos como nunca, y aprendemos de sus técnicas y saboreamos las historias que nos traen de acá y de allá, de sus viajes, de sus lecturas o de su imaginación.

Algunas bibliotecas comienzan a incorporar los “libros vivientes”, esas personas del entorno más próximo que tienen una historia vital para compartir y que puede servir de modelo, de pista, de estímulo, para los más jóvenes. Es un camino para explorar todavía en la biblioteca escolar pero ya comienzan a verse algunos ejemplos esporádicos. Hasta el momento, lo más común son esas “quedadas” con los abuelos, en el contexto de un proyecto temático, que vienen a la biblioteca para hablar de como era la vida cuando ellos eran jóvenes o como fueron sus trabajos, o como vivieron la emigración, por ejemplo. Algunas de esas sesiones están gravadas por el propio alumnado y constituyen documentos de gran potencial educativo.

Uno de los programas que, dentro del ámbito de las bibliotecas escolares, se ha puesto a andar muy recientemente y que ya está dando excelentes resultados es “Radio na biblio”, que propone la creación de laboratorios de radio vinculados a la biblioteca escolar. Creado en el curso 2017/2018, por el momento hay 20 centros integrados en este programa, pero ya nos ofrecen ejemplos de uso que nos hacen ser muy optimistas. Y sí, en sus programas, en los podcasts grabados, hay ya narración de cuentos, entrevistas a mayores de la comunidad educativa y a personas relevantes por su trabajo, relacionado con alguno de los temas de investigación que se está llevando a cabo en el centro. La palabra toma la biblioteca y el centro a través de la emisora de radio y el alumnado encuentra en ella otra oportunidad para aprender y desarrollar todo su potencial lingüístico, desarrollar su creatividad y acercarse a los textos orales en actividades significativas y gratas.

La palabra, la narración, la oralidad tienen en las bibliotecas amarre de por vida. ¡A navegar!

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